lunes, 6 de febrero de 2017

El perro no tiene la culpa

No amigo mío, no. Él no tiene la culpa. Ninguna culpa. De formar parte de la vida de un humano. De que ese humano le trate como a un objeto más de su amplia colección de pertenencias. No tiene la culpa de que, el humano, por su mera condición de primate con un plus de raciocinio, se crea superior a él. Es como la frase aquella que decía: “el humano es el único mono que puede dibujarse. De acuerdo, pero también es el único que le da valor a hacerlo”.

Créeme, él no tiene la culpa. Tu perro no tiene la culpa de que tu, cerdo donde los haya (y me perdonará el animal), amparado bajo el anonimato algunas veces, y otras, escudado en una cara más dura que el cemento, no recojas las deposiciones de tu mascota. Vamos a pasar por alto el hecho de que no hayas querido, o no hayas podido enseñarle a realizar sus necesidades en un sitio adecuado. Vale. Pero cuando tu perro se caga en medio de la calle y sigues con tu marcha, previa mirada a ambos lados, para cerciorarte que nadie ha visto tu nula predisposición a limpiarlo, ¿qué deberíamos hacer contigo? Dime. ¿Obligarte a recogerlo? ¿Multarte? ¿Hacer puntería en tu cogote con aquello que olvidaste recoger?

No, él no tiene la culpa. La estupidez es cosa tuya.