El otro día, disfrutando de una de mis carreras, pude ver como el mar se estaba comiendo a la playa.
No es un fenómeno aislado, ni fruto de un temporal. Cada año pasa. Año tras año.
Y me alegro.
Y no por un afán de joder al prójimo. O por mi animadversión al fenómeno playero estival. Que también.
Es por el hecho de ver como, pese al pésimo intento de ganarle unos metro de terreno al mar, este se complace en observar como el humano, derrocha miles y miles de euros en robarle tierra marina, para luego, depositarla en la orilla. Y el mar con una sonrisa cede unos meses, observando divertido el proceso de usurpación, para luego, coger lo que es suyo y ganar su terreno, no diremos perdido, más bien cedido por una temporada.
Es por el hecho de ver como, pese al pésimo intento de ganarle unos metro de terreno al mar, este se complace en observar como el humano, derrocha miles y miles de euros en robarle tierra marina, para luego, depositarla en la orilla. Y el mar con una sonrisa cede unos meses, observando divertido el proceso de usurpación, para luego, coger lo que es suyo y ganar su terreno, no diremos perdido, más bien cedido por una temporada.
A decir verdad, es el negocio redondo si se llevara algún tipo de beneficio. Oye, paga y te dejo esta tierra. Pero en unos meses me la vuelvo a quedar, para, el próximo año repetir el proceso. El mar si que sabe de business.
A todo esto. No he tomado ninguna substancia psicotrópica. Es tan solo recordar, que pese a esa manía tan típicamente humana de querer ganar a la naturaleza, esta, siempre saldrá victoriosa en la pugna. Incluso el día en que ya no pueda más y se vaya al traste el planeta, nos arrastrará con él.
Así que el tema de moldear todo a nuestro paso para hacernos la vida más fácil y cómoda, que no se nos olvide que es porque "ella quiere" y efímero. Porque al fin y al cabo.
Ella siempre gana.
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